Por Raúl Previtali Vásquez.
Las tierras que abarca este estudio, tiene el siguiente origen. Forma parte de una mayor área vendida por el Estado al General Francisco María Acosta, en una extensión de 1.296 hectáreas de acuerdo con la mensura practicada por el Agrimensor Jaime J. Joanicó, aprobada por la Dirección General de Obras Públicas en escritura autorizada en Montevideo el 30 de Diciembre de 1.869, por el Escribano Tomás de Tezanos.
Fallecido Francisco María Acosta, se tramitó su sucesión en el Juzgado Civil de 2º Turno, con expediente Nº 78 en el año 1878, adjudicándose los bienes a la viuda doña Norberta Regules de Acosta, quien los vendió a Luis Sívori el 28 de Junio de 1887 a Simón Gastón Sansinena, Ernesto Silvestre, Juan Aikens y Diego Gibson el 11 de Mayo de 1889.
Estos, vendieron las tierras a Ernesto F. Garcao el 17 de Marzo de 1890. El Sr. Garcao, vendió esas posesiones a Simón Sansinena el 7 de Abril de 1890. El Sr. Sansinena fue ejecutado judicialmente ante el Juzgado Letrado de Comercio de 1º Turno , por lo cual las tierras se escrituraron judicialmente a nombre de Rufino Sárraga y Ramón Álvarez Mora el 7 de Junio de 1892.. Rufino Sárraga, en pago de una deuda, adjudicó su parte a Martín C. Martínez (distinguido hombre público y Ministro de Batlle y Ordóñez).
Luego, Ramón Álvarez Mora y el Dr. Martín C. Martínez , vendieron parte de las tierras a don Antonio Dionisio Lussich, el 5 de Octubre de 1896. Don Antonio Lussich falleció intestado, en Montevideo, el 5 de Junio de 1928. Por autos del 18 de Diciembre de 1929, se declaró herederos de don Antonio Lussich a sus hijas legítimas María Clotilde, Milka, María Carlota, Hilda Clara, Olga Ivanah, Ida Esther, Linska Elena y María Angélica Lussich Portillo.
A la muerte de Lussich, se produjo una lógica crisis local económica y social, por cuanto sus actividades forestales y otras, eran una fuente de ocupación de mano de obra para buena parte de las familias campesinas de la zona de influencia. A esa ausencia, se le sumó de manera casi terminal la Gran Crisis Económica que causó estragos en nuestro país y en todo los mercados del mundo. Las hijas de Don Antonio Lussich llevadas por las circunstancias tuvieron que vender las tierras.
Hasta que poco más de diez años después, otro hombre tomó la posta de don Antonio y continuó plantando las mismas especies de árboles que Lussich había implantado en el Arboretum. Fue otro visionario, el Cr. Raúl A. Previtali, quien - con la asistencia técnica de César del Castillo Lussich - alcanzó a plantar más de un millón de árboles entre las piedras de las Sierras de La Ballena, antes de su prematura muerte. Además de realizar, junto con su mujer Sarah Vásquez Lafone, múltiples obras de desarrollo social entre las poblaciones campesinas de la región, abriéndoles nuevas oportunidades de trabajo y dignidad. Esto será contado en otra Nota.
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